Ya vimos cuáles son las capas de la piel y para qué sirve conocerlas. Asimismo, vimos brevemente cómo se compone cada una.
En este artículo voy a entrar en más detalles sobre la epidermis.
La epidermis es la capa más externa de la piel. Así, se encuentra en contacto directo con el exterior, por un lado, y con la dermis, por el otro. Es relativamente fina y está compuesta por tejido epitelial en escamas y queratinocitos.
Es la primera barrera del cuerpo ante los factores externos, como patógenos, microorganismos, tóxicos, las inclemencias del clima, como viento, agua o cambios de temperatura, y daños físicos, como raspones y golpes.
Siendo la primera barrera cutánea, la epidermis cumple varias funciones:
La epidermis, como vimos, se encuentra subdividida en 5 capas, que de abajo hacia arriba son:
Esta es la subcapa más profunda de la epidermis, por lo que se encuentra en contacto con la dermis. De esta manera, recibe nutrientes a través de los vasos sanguíneos que se encuentran en esta última. Esto le permite mantener mayor vitalidad, por lo que se puede decir que las células aquí son las “más vivas”.
En esta subcapa se producen las células nuevas, que van a ir reemplazando a las de las capas superiores, ya muertas o en estado moribundo.
Asimismo, en esta subcapa se encuentran los melanocitos y se produce la melanina.
También se encuentran aquí los receptores de Merkel, encargados del tacto ligero.
Algunas células basales actúan como células madre y se dividen para crear células diferenciadas.
De estas células madres, aquellas que se dividieron una vez por semana (rápidamente), pierden su capacidad de dividirse indefinidamente y se convierten en queratinocitos, los cuales suben a otros estratos para producir queratina.
De nuevo, la nutrición que aporta la dermis permite toda esta actividad.
En cuanto a su apariencia, las células basales o troncales son como columnas o cuboides, con un gran núcleo ovoide que ocupa la mayoría de la célula. Forman la llamada lámina basal. Sobre esta se encuentra unida una fila o capa de 1 célula, formada por los queratinocitos que produjeron.
Todas estas células se unen entre sí y con el estrato siguiente a través de las desmosomas, una estructura celular en forma de red que permite la adhesión entre las células.
En esta capa los queratinocitos que se formaron en la capa basal comienzan a producir queratina.
También aquí se encuentran las células de Langerhans, que son parte del sistema inmune cutáneo.
Esta capa se llama espinosa por la forma de sus células, con apariencia de espinas. En realidad, la forma de las células en sí es poliédrica, pero sus desmosomas y uniones se asemejan a espinas en el microscopio. Presentan un núcleo grande y pálido.
Producen citoqueratina, que se acumula en la célula y sirve para formar las tonofibrillas. Estas asimismo forman parte de las desmosomas y le dan fuerza a las conexiones que hacen entre células.
Este estrato está formada por de 8 a 10 capas de células espinosas.
Estas células, a medida que suben, se van aplanando y cambia el tipo de queratina que producen.
Esta capa se encuentra formada por los queratinocitos que migraron desde la capa espinosa. Estos ya son diferentes a como eran en la capa anterior y presentan gránulos de una sustancia llamada queratohialina, cuya función es unir los filamentos de queratina. Además, tienen forma de diamante o poligonal, son más aplanados y carecen de una membrana que los recubra.
El estrato presenta 3 a 5 capas de estas células.
En esta subcapa ocurre un proceso muy importante, responsable de las propiedades de barrera de la piel. Así, a medida que suben, las células comienzan a secretar cuerpos lamelares o gránulos lamelares, los cuales son orgánulos de forma alargada formados por pilas de láminas de lípidos. Cuando llegan al estrato córneo, secretan distintas sustancias, como lípidos y ceramidas. A partir de esto, es posible la formación de la barrera lipídica hidrofóbica (que repele el agua) que podemos sentir sobre nuestra piel, en el estrato córneo.
Como consecuencia de este proceso, las células granulares pierden su núcleo y sus orgánulos (los secretaron al exterior para producir la barrera lipídica) y de esta manera suben al estrato siguiente.
Habiendo las células del estrato anterior deshechado su interior, pasan a ser células muertas. Así, el estrato lúcido se encuentra compuesto por estas.
Contiene unas dos a tres capas de queratinocitos muertos y aplanados, sin límites definidos y rodeados de una sustancia aceitosa. Esta última se debe al desplazamiento de los cuerpos lamelares acumulados.
Dado que este estrato se compone de células muertas, su grosor depende de la producción de células o mitosis en estratos inferiores.
De hecho, puede que no siempre se encuentre presente, sino que es más común encontrarla donde la piel es más gruesa, como las palmas de las manos y plantas de los pies.
Su color depende de la producción de los melanosomas en la capa basal.
Se llama lúcida o translúcida porque se ve transparente en un microscopio.
Es, más bien, una capa de transición entre la granulosa y la córnea.
Esta es la capa más externa de la epidermis y está compuesta prácticamente por tejido muerto. Sin embargo, esto no impide que cumpla una variedad de funciones interesantes.
Este tejido muerto está compuesto por los queratinocitos de la capa anterior, los cuales pasan por un proceso de cornificación. En este, la membrana celular es reemplazada por una capa de ceramidas unidas entre sí por una envoltura de proteínas, rodeando la célula y convirtiéndola en un corneocito.
Así, los corneocitos, células típicas de la capa córnea, son de forma aplanada, sin núcleo ni orgánulos, pero con una envoltura especial resistente.
Esta envoltura, complejo de ceramidas y proteínas, contribuye a la función de barrera de la piel. También contiene colesterol y ácidos grasos.
Los ácidos grasos confieren el ph levemente ácido de aproximadamente 5 a la piel, lo cual ayuda a protegerla y evita el crecimiento de ciertas bacterias. Es decir, generan el manto ácido protector.
Los lípidos secretados contribuyen a la impermeabilidad de la piel, formando la barrera lipídica de la piel.
También, a partir de los lípidos de los cuerpos lamelares se forma glicerol, el cual es un factor de hidratación de la piel.
Además, los corneocitos contienen una densa red de queratina en su citoplasma, que evita la evaporación del agua, ayudando a mantener la piel hidratada.
Asimismo, secretan defensinas, siendo la primera barrera de defensa inmunológica.
Los corneocitos se unen entre sí por desmosomas modificados, que se llaman corneodesmosomas.
El estrato córneo se compone por 20 a 30 capas de estas células (corneocitos).
En este, además, ocurre el proceso de descamación, por el cual se desprenden las células en la superficie del estrato córneo, eliminándolas así del organismo. Para que esto ocurra, el complejo de ceramidas y proteínas es degradado por las proteasas, unas enzimas que degradan las uniones peptídicas entre proteínas. Además, se pierden las uniones con las corneodesmosomas.
La capa córnea, a su vez, se divide en dos:
La barrera lipídica y el manto ácido protector de la piel (ph) se encuentran en el estrato disyuntivo.
Las funciones del estrato córneo son:
Dependiendo del área del cuerpo, el grosor de la epidermis varía, siendo más gruesa en unas zonas y más fina en otras.
Así, las palmas de las manos y plantas de los pies son las áreas donde la epidermis es más gruesa. Esto se debe a que en estas se encuentra siempre el estrato lúcido.
En la espalda, por otro lado, la epidermis es más fina, a pesar de que se sienta como una zona donde sería gruesa. Esto se debe a que, en esa zona, la dermis es más gruesa.
El estrato córneo es el que más varía en grosor según el área del cuerpo.
Ya los viste mencionados cuando fui explicando las subcapas de la epidermis. Ahora explico algunos componentes y estructuras de la epidermis:
Estas son células inmunológicas que se encuentran en la piel, en la capa espinosa de la epidemis.
Son células dendríticas, esto es, tienen una forma con varias ramificaciones.
Su función inmunológica principal consiste en ser un presentador de antígenos. Esto quiere decir que capta al patógeno o tóxico que entra en contacto con la piel, lo procesa y lo pone en contacto con las células inmunitarias del sistema inmune adaptativo, como los linfoncitos T.
Así, la presentación del antígeno por la célula dendrítica permite que se activen las células inmunitarias e inicie la producción de anticuerpos.
Al ser células dendríticas, además, son un tipo de glóbulo blanco llamado fagocito. Así, las células de Langerhans son efectivas para fagocitar patógenos, evitando así que ingresen en el organismo y causen daño. Su efectividad reside en su capacidad para detectar estos elementos nocivos.
Son células especializadas neuroendocrinas que se encuentran en el estrato basal de la epidermis.
Estas, por un lado, son responsables del sentido del tacto ligero, convirtiendo los estímulos táctiles en potenciales de acción en el cuerpo.
Por otro lado, sintetizan, almacenan y secretan hormonas neuroactivas. Por ejemplo, liberan serotonina cuando envían los estímulos a las terminaciones nerviosas en la dermis.
Las células de Merkel se acumulan en lugares de la piel con alta agudeza táctil, como las yemas de los dedos.
Se considera que son longevas, de manera similar a las neuronas.
Los melanocitos son células dendríticas que se especializan en la producción de melanina.
Presentan un núcleo ovoide y varias ramificaciones o dendritas.
Se encuentran en la capa basal de la epidermis y se ponen en contacto con los queratinocitos a través de sus dendritas, con los cuales transmiten la melanina que producen, dentro de los melanosomas.
Por cada 4 o 10 queratinocitos (según el fototipo) hay un melanocito. Son aproximadamente el 5% de las células de la epidermis.
El proceso por el cual producen la melanina se llama melanogénesis.
Actualmente, se está considerando que también cumplen una función inmunitaria, de manera similar a las células de Langerhans.
De esta manera, siendo una célula dendrítica, también es capaz de detectar y presentar a los patógenos ante el sistema inmunitario.
Asimismo, ante la estimulación por la presencia de agentes extraños, los melanocitos secretan diferentes químicos, como citoquinas proinflamatorias, serotonina, óxido nítrico y factor estimulante de los melanocitos.
Además, se cree que el proceso de la melanogénesis, al resultar en subproductos tóxicos, y la melanina en sí son capaces de matar bacterias.
Los melanocitos también serían capaces de fagocitar a los patógenos, como las células de Langerhans.
De esta manera, los melanocitos, junto a las células de Langerhans y los queratinocitos actúan como barrera protectiva de la piel ante elementos extraños y potencialmente tóxicos o dañinos.
La melanina es un biopolímero y es el pigmento natural que le da el color a la piel.
Es producido por los melanocitos, los cuales generan unas células llamadas melanosomas.
La melanina se produce dentro de los melanosomas, a partir de la oxidación de la tirosina.
Los melanocitos transfieren esos melanosomas a través de sus dendritas a los queratinocitos. Luego, los melanosomas con la melanina van subiendo por las capas de la epidermis a medida que se recambian los queratinocitos.
Hay dos tipos de melanina:
Respecto a cómo afectan la coloración de la piel, podés leer el artículo sobre fototipos y el color de la piel. Ahí también vas a ver qué otros factores influencian el color.
Estas son las principales células que componen a la epidermis, comprendiendo un 80 a 90% de las células en la misma.
Su principal función consiste en producir queratina, sustancia que sirve para proteger la piel y que le otorga resistencia.
También tiene como funciones:
Su forma va variando en su ciclo de vida, a medida que ascienden estratos.
Nacen en el estrato basal a partir de las células troncales.
Luego, en el estrato espinoso, tienen una forma poliédrica y son más grandes. Las desmosomas y uniones entre células conectadas con tonofibrillas les dan el aspecto de espinas. En esta capa, ya comienzan a producir queratina.
El tipo de queratina que expresan va cambiando a medida que suben estratos.
Así, en el estrato granuloso, secretan gránulos de queratohialina. Además, su forma ya se va volviendo más aplanada.
Esto se debe a que expulsan al exterior sus orgánulos y núcleo, para crear los cuerpos lamelares. A partir de esto, comienza el proceso de cornificación, con lo que su citoplasma se llena de queratina y adquiere una envoltura especial.
Estos queratinocitos cornificados o corneocitos son los que componen el estrato córneo. *
Es una proteína de estructura fibrosa, rica en azufre. Es el principal componente de las capas más exteriores de la epidermis.
Le da a la piel resistencia y contribuye a su función protectiva.
Son los queratinocitos que pasaron por el proceso de cornificación y componen el estrato córneo.
Se caracterizan por carecer de núcleo y orgánulos, estar llenos de queratina y presentar una capa celular cornificada. Esta capa consiste en una envoltura de proteínas, ceramidas, colesterol y ácidos grasos.
Son una familia de lípidos. Consisten en un ácido graso unido a una esfingosina, que es un alcohol insaturado de 18 carbonos.
Como vimos, tienen una función estructural, formando parte de la envoltura alrededor de los corneocitos. Junto con ácidos grasos y colesterol, forman el llamado “cemento” del estrato córneo.
Además, también tienen una función de señalización celular, regulando la diferenciación, proliferación y muerte (apoptosis) de las células.
La epidermis, siendo la primera capa de la piel, es la primera que recibe los tratamientos cosméticos, en especial aquellos más suaves o comunes. Además, las características de la epidermis son tomadas en cuenta para la fabricación de productos cosméticos.
Por ejemplo, cuando se quiere aclarar la piel o eliminar manchas, se usan productos o tratamientos que suelen buscar o eliminar la melanina o evitar que los melanocitos produzcan más. Así, el producto o tratamiento puede o bien tratar los estratos más superficiales de la epidermis, donde se encuentra acumulada la melanina, o llegar a la capa basal e inhibir a los melanocitos en ella.
Las ceramidas son también un ingrediente utilizado en productos cosméticos y se los utiliza para reforzar la barrera de la piel, evitar o tratar líneas finas de expresión, regenerar la piel y devolverle su elasticidad e hidratación. Funcionan mejor cuando son combinados con lípidos y colesterol, es decir, cuando se acompaña con los otros elementos que componen la envoltura de los corneocitos. De esta manera se refuerza el llamado “cemento” del estrato córneo. Así, usar una crema con ceramidas y aceites ayuda de esta forma a cuidar la piel.
Las cremas hidratantes buscan agregar agua a la epidermis, el cual, como vimos, está compuesto por células muertas y queratina. El glicerol también es un ingrediente que se usa en cremas hidratantes.
Las cremas humectantes y nutritivas, con mayor porcentaje de aceites, buscan fortalecer la barrera lipídica de la piel, que se encuentra en el estrato córneo. Esto ayudará a evitar la evaporación del agua y que la piel mantenga mejor su hidratación. Como vimos, los lípidos son parte de la envoltura especial de los corneocitos.
Sobre el estrato corneo, además, existe el llamado manto ácido que confiere su ph particular a la piel. Este es un tema importante también, dado que usar cosméticos con ph básico lo alterará y causará resequedad, al alterar esta parte de la barrera de protección. Así, varios cosméticos, como los tónicos, presentan un ph equilibrado o levemente ácido, para mantener la acidez de la piel. La idea de usar vinagre de manzana diluido en agua tiene que ver con esto, entre otras cuestiones (no necesariamente es el mejor tónico y puede resultar demasiado ácido, pero tiene que ver).
La exfoliación, sea mecánica o química, actúa directamente sobre el estrato corneo, buscando ayudar en el proceso de descamación, asegurando que se terminen de retirar las células muertas que están siendo deshechadas, es decir, los corneocitos cuya envoltura ha sido desintegrada por las proteasas. Asimismo, dado que todo el estrato corneo son células muertas, exfoliarse demasiado claramente puede dañar esta capa, siendo una práctica poco recomendable.
Como vemos, algunas de las cuestiones más comunes en materia de cuidado de la piel actúan sobre la epidermis. Así, cuando usás tu crema humectante o hidratante, estás tratando esta capa de la piel.
La epidermis es la capa más externa de la piel. Como tal, cumple la función de ser la primera barrera de protección del organismo. Protege al cuerpo de la radiación UV, los patógenos y tóxicos, el estrés mecánico y otros factores externos.
Se encuentra subdividida en 5 capas: basal, espinosa, granulosa, lúcida y córnea.
En cada una se pueden encontrar distintas estructuras y células.
Todos los nutrientes que usa la epidermis provienen de la dermis. Así, a medida que las células se alejan de esta capa, se van muriendo y tranformándose.
Las capas superiores están compuestas principalmente por queratina y células muertas, lo que no impide que cumplan funciones importantes.
Así, el tratamiento de la epidermis en sus capas superficiales tiene beneficios a nivel cosmético. Esto se puede ver especialmente por el uso de cremas con ingredientes como ceramidas, aceites o glicerol.
De hecho, acciones comunes de nuestra rutina de belleza, como ponerse una crema humectante, un tónico equilibrante o exfoliarse de vez en cuando, actúan sobre las capas superficiales de la epidermis.
De esta manera, conocer nuestra epidermis nos puede ayudar a entender mejor estos tratamientos, lo que buscan y lo que hacen en realidad.
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