En este artículo voy a comentar sobre un tratamiento alternativo y complementario para una enfermedad poco común actualmente, muy conocida, hasta famosa y que puede volverse muy grave sin tratamiento. Me refiero a la lepra, conocida tal vez por las islas y colonias de leprosos. El tratamiento alternativo es simplemente el uso de zinc u óxido de zinc, esto es, zinc para la lepra de manera oral u tópica.
Escribo esto porque es un tema que encontré casualmente escribiendo otro artículo y me fascinó. Porque siempre me fascina que algo que puede tomar formas severas pueda verse mejorado, aunque sea en cierta medida, con algo tan simple y accesible.
Por supuesto, esto no significa que reemplace al tratamiento convencional actual, en tanto este es efectivo y puede curar la enfermedad. Simplemente, es algo que puede ayudar y que es más común que los medicamentos que se usan.
El zinc no es un medicamento costoso ni requiere de instrucciones complicadas para usarlo. Es un mineral esencial que requiere el organismo.
El consumo de zinc fortalece el sistema inmune, potencia la regeneración de heridas, mejora el metabolismo y la asimilación de carbohidratos.
Por otra parte, su falta causa un debilitamiento del sistema inmune, mayor riesgo de infecciones, lentitud en el proceso de sanación de heridas, úlceras, sarpullidos, entre otros.
De esta manera, desde hace largo se ha sabido que su suplementación puede resolver varios problemas de salud.
Entre ellos, la lepra también es una enfermedad que puede ayudar…
La lepra o mal de Hansen es una infección crónica de la piel causada por las bacterias Mycobacterium leprae y Mycobacterium lepromatosis, las cuales crecen lentamente.
Además de la piel, puede afectar los nervios, los ojos, las mucosas nasales y llegar a los huesos en casos muy graves.
Sin tratamiento, es una patología crónica, progresiva, deshabilitante (causa incapacidad permanente), desfigurante e infecciosa, transmitiéndose a través de las gotículas de agua que expulsan la boca y la nariz en el contacto estrecho y frecuente. Así, aunque puede contagiarse, no es altamente contagiosa; requiere del contacto frecuente, no simplemente casual.
Es una enfermedad tropical y ancestral, descripta en los textos de antiguas civilizaciones. Sus víctimas tradicionalmente han sufrido discriminación y estigmatización, dada la naturaleza contagiosa y deformante de la enfermedad y no haber cura conocida.
Los síntomas y complicaciones de la enfermedad pueden incluir:
Por supuesto, existen diferentes grados de severidad, a partir de los cuales también se clasifica a la enfermedad según el sistema Ridley-Jopling de 1966 (hay varias clasificaciones, sobre las que no me voy a detener).
Con tratamiento, el paciente deja de ser infeccioso y puede llevar adelante una vida normal.
Claro que esto dependerá del diagnóstico temprano, en tanto cuando se llegan a ciertos estadios de la enfermedad, ya no puede revertirse el daño o se lo puede revertir sólo de manera parcial. El tratamiento seguirá siendo necesario para prevenir mayor daño.
Así, el mejor pronóstico se da cuando existe un diagnóstico y tratamiento tempranos.
Actualmente la lepra es curable y el tratamiento consiste en el uso de diversos medicamentos al mismo tiempo.
Estos incluyen antibióticos como dapsona, rifampicina, clofazimina, minociclina y ofloxacina. También se usan antiinflamatorios como la aspirina, prednisona y talidomida. Tópicamente se usan corticoesteroides y fenitoína tópica.
Según la OMS, se recomienda usar tres fármacos: dapsona, rifampicina y clofazimina, durante 6 a 12 meses, según el tipo de lepra. Esto mata al patógeno que causa la enfermedad y cura así al paciente.
De acuerdo con esta misma organización, se eliminó la lepra como problema de salud pública mundial en el 2000, al haber menos de 1 caso cada 10000 habitantes. En la mayoría de los países, se eliminó tal problema en el 2010. Aún así, siguen habiendo más de 200000 casos mundiales, principalmente concentrados en los países del Sudeste asiático, y sigue siendo una enfermedad desatendida en más de 120 países. Gradualmente va disminuyendo la cantidad de nuevos casos.
Además, se ha adoptado un política de “cero lepra” como objetivo a alcanzar en los siguientes años (2021-2030).
La expresión «cero lepra» significa cero infecciones y enfermedades, cero discapacidades y cero estigmatización y discriminación, y el objetivo de la Estrategia es eliminar la enfermedad, es decir, interrumpir su transmisión.
OMS. Lepra (mal de Hansen). 27 de enero de 2023. World Health Organization, https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/leprosy
Para ver el informe completo, tocá en la imagen:
Se puede hacer una diferencia entre el uso del zinc como suplemento dietario y su uso de manera tópica. Ambos son tipos de tratamientos que utilizan este ingrediente, pero van a actuar de manera distinta.
Además, no siempre se considera que el tratamiento tópico sea tan efectivo como el oral o, al revés, el oral no es tan efectivo como el tópico. Así, pueden diferir en su efectividad.
Ahora vamos a ver cómo se ha usado el zinc de ambas formas, de acuerdo a estudios. Empecemos por la suplementación…
El uso de zinc como suplemento oral puede servir para mejorar varios aspectos del tratamiento del lepra, tratando las reacciones como el eritema nudoso, fortaleciendo el sistema inmune, supliendo la deficiencia de zinc que se encuentra en los leprosos, previniendo la muerte de células inmunitarias, reduciendo la cantidad de medicamentos que se necesitan tomar, mejorando la tolerabilidad a estos, aumentando su efecto y complementándolos, reduciendo la inflamación y disminuyendo el riesgo de infecciones.
Esto es, según lo que se ha descubierto a lo largo de los años:
Por ejemplo, en un estudio de 1983, se vio que la suplementación oral con zinc permitió reducir la cantidad de medicina que se requería en altas cantidades por tiempo prolongado y aumentó la tolerabilidad a los medicamentos.
Así, la dosis de clofazimina se redujo a sólo 100 mg dos veces por semana. Asimismo permitió retirar completamente los esteroides que se utilizaban también en altas dosis de manera continua. Pacientes que no toleraban la dapsona empezaron a tolerarla. También se redujo la severidad e incidencia del eritema nudoso, una reacción por el sistema inmune hipersensible en el lepra, que implica nódulos dolorosos debajo de la piel.
Un estudio de 1994 vuelve a confirmar esta capacidad del zinc para tratar la lepra y, en especial, el eritema nudoso leproso.
Así, se observó el efecto inmunomodulador del zinc en pacientes de lepra con eritema nudoso crónico y recurrente durante 1 año. Se trataba de 40 pacientes de lepra que necesitaban tomar 30 a 40 miligramos de prednisolona, un corticoesteroide, todos los días, para controlar esa reacción.
Les dieron sulfato de zinc oral durante 4 meses. Observaron que hubo una gran mejora respecto a la frecuencia, duración y severidad de las reacciones, esto es, del eritema nudoso (los nódulos bajo la piel). Luego de la terapia, también se redujo la cantidad de corticoesteroides que se requerían.
Los investigadores concluyeron que el zinc podría ser un buen substituto para el tratamiento convencional contra las reacciones, el cual presenta varias desventajas (como los efectos secundarios de los esteroides y el precio).
Como pudimos ver, el zinc también puede servir para complementar la terapia con medicamentos. Así, en un estudio de 1984, se usó zinc en conjunción con dapsona para tratar a pacientes de lepra, como inmunoestimulante, y se lo comparó con el tratamiento con dapsona sola.
Los investigadores pudieron ver que, con el zinc, fue más rápida la mejoría, el re-crecimiento de las cejas, la disminución de la cantidad de bacterias, mayor la mejora de las condiciones en el tejido fibroso que se forma sobre las heridas o úlceras cuando empiezan a sanar (granuloma) y la generación de nuevos vasos sanguíneos (neovascularización).
Además, 6 de 15 pacientes tomando dapsona con zinc presentaron un cambio del tipo de lepra a otro menos severo, lo que sólo pasó en 1 de los 10 pacientes tomando dapsona sola.
De esta manera, el uso de la dapsona junto con el zinc dio mejores y más rápidos resultados. Asimismo, el zinc aumenta la tolerabilidad al medicamento, como vimos en otro estudio.
En un estudio de 1999, investigadores observaron que la suplementación con zinc e ionomicina inhibió la muerte celular (apoptosis) de células importantes para el sistema inmune. Asimismo, se producieron cambios en el organismo que, según los investigadores, sugerirían que el zinc puede cambiar la respuesta inmunológica en pacientes con lepra.
El ensayo se realizó en pacientes de lepra no tratados en el Hospital Nehru, en la India. Les hicieron estudios de sangre antes y después del tratamiento oral. Hicieron pruebas con cultivos de esta sangre, esto es, se la vio aislada sobre un vidrio en el laboratorio.
En comparación a una personas normal, las células inmunitarias en la sangre de los leprosos morían al cabo de 24 horas. El zinc pudo inhibir esta respuesta en todos los pacientes, mientras que la ionomicina lo hizo en cierto tipo de lepra ( lepromatous leprosy) y ante las reacciones.
Los investigadores vieron, entre otras cuestiones, que ambos compuestos aumentaban la expresión de una proteína llamada bcl-2, involucrada en el funcionamiento de la mitocondria y esencial para evitar la muerte celular. Esta, además, se encontraba en bajas cantidades en los pacientes de lepra con alta apoptosis y reacciones.
Asimismo, ellos cuentan que se ha demostrado en estudios anteriores que los pacientes de lepra suelen sufrir de deficiencias en calcio, magnesio, hierro y zinc, por lo que la suplementación con este último también estaría actuando a partir de suplir una deficiencia.
Además, el zinc puede inducir la proliferación (aumento) de estas células inmunológicas en la sangre, como se había observado en un estiduo sobre el HIV, lo que también comfirmaba los resultados obtenidos en el estudio.
Concluyeron que el zinc puede servir como un tratamiento barato y efectivo para controlar las infecciones y la inflamación en el lepra y en otras enfermedades.
En un estudio de 1991, se compararon los niveles de zinc y cobre y la relación entre estos dos minerales en la sangre de 86 personas sanas y de 225 personas con diferentes tipos de lepra, 32 de las cuales presentaban la reacción de eritema nudoso leproso.
Los investigadores observaron que existía una gran reducción en el nivel de zinc en sangre en los pacientes de lepra, especialmente en aquellos con el eritema nudoso, en comparación con las personas sanas. Por el contrario, el nivel de cobre era mayor, en distintas cantidades según el tipo de lepra, siendo el más alto el que se encontraba en los pacientes con eritema nudoso leproso.
Así, había una relación negativa entre ambos minerales, encontrándose menos zinc cuanto más cobre había.
A 16 pacientes con eritema nudoso leproso les dieron zinc oral. Luego de esta terapia de suplementación, se vio que los niveles de zinc habían aumentado, sin que se redujera el nivel de cobre.
Los científicos concluyeron que la suplementación oral con zinc podía restaurar los niveles de este mineral en los pacientes de lepra a cantidades normales, sin cambiar la cantidad de cobre.
El zinc aplicado de manera tópica también puede resultar beneficioso para esta enfermedad. En este caso, se utiliza el óxido de zinc para úlceras y lesiones de la piel, en las etapas menos graves de la lepra. Su efectividad se encuentra algo más limitada que con el uso oral del zinc, como veremos.
El uso de óxido de zinc tópico para tratar esta enfermedad se introdujo en 1970, cuando el Dr. Sten Stenström utilizó cintas con óxido de zinc en pacientes con lepra en Etiopía, para tratar las lesiones ulcerosas de esta enfermedad.*
Estas cintas ya se habían estado usando por años para tratar diversos tipos de heridas (de incisión, quemaduras, etc.), aplicándose de distintas formas. Se había observado que eran efectivas para limpiar heridas infectadas y remover el tejido muerto (necrosis). *
Asimismo, el investigador G. Hallmans había visto en heridas en ratas que estas sanaban más rápido con un tratamiento con cintas con óxido de zinc, en comparación con el típico vendaje con gasa. También pudo ver que el tejido de las heridas absorbía el zinc de las cintas.
En 1976, el Dr. Stenström reportó resultados positivos, encontrando una mayor calidad en la sanación, la rapidez de la curación fue el doble que con el vendaje convencional, las cintas resultaban fáciles de manejar y 50 veces más baratas. Destacó, sin embargo, su uso idealmente como tratamiento preventivo.
Luego, en un estudio de 1982, Hallmans junto a otros investigadores buscaron comparar este método de las cintas con otro método convencional ampliamente usado: gazas, algodones o esponjas con Eusol para cubrir las heridas en personas. De esta manera, Hallmans buscó comprobar lo que había visto en animales con seres humanos.
La investigación se realizó sobre 90 pacientes de lepra en la India de dos hospitales distintos: uno en la ciudad de Mangalore en Karnataka (60 pacientes de este hospital) y el otro en la ciudad de Polambakkam en Tamil (30 pacientes). La mayoría eran hombres y presentaban distintos tipos de úlceras sin complicaciones en la planta de los pies o en los talones. En Polambakkam, 12 de los 30 pacientes no usaba zapatos.
Se los dividió en dos grupos: el de control al que se aplicaron vendajes de gasa imbuida en distintos tipos de unturas o ungüentos, según la práctica normal del hospital, y el de tratamiento, al que se aplicaron las cintas de óxido de zinc.
Estas cintas están hechas de una red de plástico no porosa (a prueba de agua), recubierta en su interior de la sustancia adhesiva, hecha de goma, resina y óxido de zinc, siendo la concentración de este ingrediente del 30%.
El tratamiento consistió simplemente en, luego de limpiar manos y pies, recubrir la herida y la piel de alrededor con la cinta adhesiva, aplicada directamente (el zinc se encuentra en la parte adhesiva). La cinta se la cambiaban diariamente según las secreciones que surgieran de la herida. A medida que estas disminuían, la cambiaban con menos frecuencia. Así, no usaron otro vendaje ni tratamiento tópico más que las cintas.
En el caso del grupo de control, se utilizaron las gasas con Eusol, una solución antiséptica.
En ambos hospitales y para todos los tipos de úlceras, los investigadores observaron que aquellos tratados con la cinta adhesiva sanaban más rápido que los que recibieron el tratamiento convencional. Esta diferencia de velocidad fue más pronunciada en Polambakkam (¿tal vez porque no usaban zapatos?).
Los investigadores atribuyeron esto a diversos factores: las cintas eran a prueba de agua y actuaban como tratamiento oclusivo (que cubre todo), protegiendo la herida de la contaminación y los factores externos y acelerando la re-epitelización (generación de tejido sobre la herida). Asimismo, disminuye el riesgo de infecciones gracias al zinc. Este además es absorbido al tejido de la lesión, ayudando en la sanación, en tanto el zinc es requerido para este proceso y aumenta la cantidad de colágeno.
Además, el progreso de la re-epitelización no era dañado o frustrado por el cambio de las cintas, en tanto estas no se pegaban a la herida y cambiarlas resultaba así más fácil, sin causar mayor drama. Asimismo, el zinc disolvía el tejido muerto (necrótico), contribuyendo a mantener limpia la herida.
Todo esto resultó muy distinto al tratamiento con vendajes, gasas y algodones, en tanto este último puede crear un ambiente ideal para el desarrollo de bacterias y, además, el cambio de vendaje puede dañar la herida, ya que las gasas y algodones se terminan pegando, aunque no sean adhesivas.
Aparte de todo esto, las cintas con óxido de zinc presentaron la ventaja de ser más baratas, más accesibles, más fáciles de usar, más convenientes para los pacientes y más socialmente aceptables, por no ser un vendaje.
Estos resultados vinieron a confirmar lo que Hallmans ya había observado en ratas.
Los investigadores concluyeron que las cintas adhesivas con óxido de zinc son un tratamiento de valor para las úlceras de la lepra.
Aclararon que había mayor ventaja en usar este tratamiento para pacientes extra-hospitalarios o ambulatorios (que no se encuentran en el hospital). Así, su propuesta fue instruir a los pacientes en cómo usar las cintas correctamente, para que se hicieran el tratamiento en casa cuando lo necesitaran. De esta manera, ellos podrían tratar las úlceras en sus estadios tempranos y prevenir así complicaciones.
Se volvió a hacer otro estudio sobre las cintas en 1986, pero no se encuentra disponible al público.
Este es el último reporte que encontré sobre las cintas con óxido de zinc.
En un estudio de 1991, un investigador holandés y otro indonesio compararon la eficacia de usar cintas con óxido de zinc como tratamiento adicional a la povidona iodo a usar solo este último (o sea, óxido de zinc + povidona iodo vs. povidona iodo sola) para tratar las úlceras en los pies.
Se midió la eficacia del tratamiento según la superficie de la herida. Así, cuanto mayor era la disminución de esta, más efectiva se consideró la terapia. También se comparó la eficacia entre personas que hacían mayor actividad física y las que no.
El experimento se realizó por 6 semanas en 38 pacientes de lepra con úlceras simples, a los que se dividió en dos grupos según el tratamiento utilizado.
En promedio, el área de sanación en el grupo experimental fue 388 mm² y, en el grupo de control, 260 mm². Con alta actividad física, fue de 342 mm² en el grupo experimental y de 246 mm² en el de control. Con baja actividad física, fue 405 mm² en el experimental y 275 mm² en el de control.
Grupo experimental | Grupo de control | |
Área sanada en promedio | 388 mm² | 260 mm² |
Área sanada con alta actividad física en promedio | 342 mm² | 246 mm² |
Área sanada con baja actividad física en promedio | 405 mm² | 275 mm² |
Tomando estos datos, se puede decir que la combinación de povidona iodo y cintas de óxido de zinc dan mejores resultados como terapia.
Sin embargo, los investigadores dicen que, haciendo correcciones por las variaciones, estadísticamente, no existiría gran diferencia. Asimismo, mencionan que existen problemas en las investigaciones en países de tercer mundo, como Indonesia, que habrían influenciado los resultados.
En un estudio del 2014, investigadores de la India evaluaron la eficacia de una pasta tópica con óxido de zinc y fenitoína sódica, un medicamento anticonvulsivo soluble en agua utilizado para la epilepsia que se administra oralmente o por inyecciones, pero que también es utilizado de manera tópica para sanar heridas, para sanar las úlceras crónicas plantares en el lepra. Estas ya estaba en estadios más avanzados, con complicaciones y algunos pacientes tenían afectación de los huesos.
Existen estudios que han demostrado que la fenitoína tópica es efectiva para acelerar la curación de diversas heridas, como úlceras de diversos tipos, heridas traumáticas o de incisión y quemaduras. Su controversial uso se comenzó debido a que se observaba que, entre los efectos secundarios de su administración oral, había un engrosamiento de la epidermis (hace la piel más gruesa), por lo que se pensó en aprovechar esta cualidad para la sanación de heridas.
Midieron la efectividad del preparado de acuerdo a en qué medida regresara y disminuyera su tamaño la úlcera luego de la formación de tejido fibroso sobre ella (granulación).
El experimento se realizó en 40 pacientes, a los que les aplicaron la pasta todos los días por 4 semanas. 12 pacientes tenían el hueso afectado y 26 tenían úlceras tróficas (trophic ulcers), esto es, úlceras que no habían sanado en meses y que, de continuar sin tratamiento, podrían afectar el hueso y llevar a la amputación del pie afectado.
Los investigadores observaron buenos resultados, en tanto 22 pacientes, esto es, el 55%, resolvieron la úlcera y vieron evidencias de granulación (formación de tejido fibroso) en 33 (82,5%). Además, luego del tratamiento, disminuyó en gran medida la cantidad de bacterias.
Sin embargo, afirmaron que el óxido de zinc no tuvo un efecto en sí, sino que sirvió más que nada como un vehículo efectivo para la fenitoína.
Concluyeron que la pasta de óxido de zinc y fenitoína sódica es un tratamiento alternativo eficaz, no muy costoso y bien tolerado por los pacientes.
En un estudio del 2021, se afirma que una matriz autóloga de fibrina rica en plaquetas (MAFP o PRFM en inglés) es más efectiva para curar úlceras que no sanan. ¿Y qué es esta matriz?:
Autóloga significa que es del propio cuerpo del paciente. Así, se trata de un concentrado de plaquetas en una malla de fibrina, una proteína que se forma en el proceso de coagulación de la sangre, que lo contiene. Para crearla, el médico debe tomar una muestra de sangre del paciente. Luego la centrifuga en una máquina, de lo cual obtiene un tubo que contiene separadas los corpúsculos rojos de la sangre abajo, la fibrina en el medio y el plasma arriba. De este tubo, extrae la fibrina, que se ve como un coágulo amarillo, con forceps. (Hay foto de ese tubo acá. No es mía.) Este compuesto presenta muchos usos para la recuperación de los pacientes, por ejemplo, luego de las cirugías, para reparar el hueso o el tejido suave, y para reconstruir los cartílagos. También sirve en las cirugías plásticas, usándose para rellenar arrugas profundas y tratar cicatrices de acné.
En el estudio, los investigadores compararon la efectividad de esta MAPF con la de una pasta hecha de óxido de zinc, fenitoína y mupirocina (un antibiótico).
Participaron 24 pacientes (quedaron 20 sin embargo), a los que se dividió en dos grupos según el tratamiento utilizado, que se aplicó por 5 semanas. Luego, midieron el tamaño de las úlceras para determinar los resultados.
Vieron una gran reducción de las úlceras con la MAPF. De hecho, afirman que este compuesto logró reducir el área de la úlcera en un 75,99%. Por otra parte, la pasta con tres ingredientes (incluyendo el óxido de zinc) redujo el área en un 47,75%.
Los investigadores mencionan estudios anteriores, donde se había visto incluso mayor efectividad de la MAPF, por lo que los resultados coinciden con pruebas anteriores.
Asimismo, hay un estudio del 2017 que hace referencia a las úlceras tróficas que no sanan en pacientes de lepra, buscando demostrar la efectividad de la MAPF para estas úlceras en esta enfermedad.
Este se realizó en 7 pacientes de lepra, a los que se les aplicó la MAPF una vez por semana. En promedio, la mejora fue del 93,52% y, al cabo de 5 semanas (o sea, 5 veces que se aplicó la MAPF), todas las úlceras habían cerrado, sin efectos secundarios.
Como vemos, existe actualmente un tratamiento que es extremadamente efectivo para las úlceras en la lepra, además de ser de bajo coste, pues solo requiere un poco de sangre y una máquina de centrifugado especial. Sin embargo, necesita sí o sí asistencia médica.
El zinc es un mineral esencial para el cuerpo y, como tal, también tiene varios usos, entre los que se encuentran los medicinales.
De esta manera, vemos que puede servir incluso para enfermedades tropicales complicadas como la lepra.
Esto se da especialmente por su ingesta oral. Así, vemos que esta sirve para:
Respecto al uso tópico, su efectividad se encuentra algo más limitada, pero sigue siendo útil.
Así, puede servir como tratamiento oclusivo (cubriendo toda la herida) para las úlceras de los pies en etapas tempranas y así prevenir su extensión y complicaciones. La mayor ventaja de esta terapia consistiría, como vimos, que lo puede hacer el propio paciente en su casa con cintas adhesivas con óxido de zinc.
Por otra parte, puede que el óxido de zinc tópico no sea tan efectivo en caso de úlceras en estadios más graves y con complicaciones, pero puede servir como un vehículo (excipiente) para administrar medicamentos.
Vimos también que, aunque tiene cierto grado de efectividad contra úlceras que no sanan, actualmente existen tratamientos mucho más efectivos, como la MAPF.
¿No es fascinante como algo tan común y esencial como el zinc pueda servir para mejorar una enfermedad complicada como la lepra? Si, aunque sea, mejorarla un poco, complementar el tratamiento establecido y aumentar la calidad de vida.
Me quedaron algunas dudas por las cintas, que se presentaron como un método simple y efectivo para prevenir el empeoramiento de las úlceras:
¿Siguen siendo válidos los estudios de los Drs. Stenström y Hallmans? ¿Por qué no se hicieron más investigaciones desde 1986? ¿A nadie más le interesó la cuestión o hay algo igualmente conveniente y más efectivo que se usa ahora?
¿Qué te parece? Me podés decir en los comentarios.
¡Gracias por leer!
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